viernes, 19 de octubre de 2012

El río Nilo


De los Grandes Lagos al Mediterráneo
 

 



Siesta en el Nilo. Egipto.
No fui consciente de lo que había hecho hasta años después. Estábamos navegando por el río a la altura de Asuán, cuando alguien dijo que según la tradición el que bebía agua del Nilo había de volver irremediablemente a Egipto. No nos debía ir muy mal en el país porque sin dudarlo tomamos una botella de agua, la terminamos de vaciar y la llenamos con agua del río. Nos la pasamos unos a otros como en una liturgia y bebimos todos de ella (menos Rafat claro, que dudo mucho quisiera retar al destino con que le hiciese volver a Egipto quién sabe si para siempre, hay que tener cuidado con lo que se desea).

 





En un bar de Asuán
No fue sino una de esas tonterías que se
En una taberna de El Cairo
hacen para darle un poco de magia a la vida, pero puedo aseguraros que el conjuro funciona y además más allá de lo que uno pueda imaginar. Nueve años después allí estaba yo de nuevo soportando el tremendo calor de Asuán, comiendo kossuri y falafel, aguantando los “do you want faluca?” de todo el que te veía pasear tranquilamente por la orilla del río y jugándome el tipo entre el  tráfico irrespetuoso e incluso homicida de las calles de El Cairo y la agresividad latente de la macrociudad.







Monasterio Narga Selassi.
 Isla Dek. Lago Tana
Muñecas nubias. Asuán


Pero ahí no quedó la cosa, porque  siete años después me dirigí a Etiopía (¿el país de Punt que mencionaban los antiguos egipcios?), donde nace el Nilo Azul. Y resulta que este año he visitado Uganda, donde nace el otro brazo del Nilo, el Nilo Blanco.



 










 
Cataratas Murchison, en el Nilo Victoria
En realidad el nacimiento del Nilo no parece que se pueda situar en un único sitio y es por ello en parte que volvió locos a los exploradores del siglo XIX. Parece ser que la fuente más lejana de la desembocadura se encuentra en Ruanda, en el río Rukarara, afluente del  río Kagera, que a través de Tanzania llega al lago Victoria donde desemboca.  En ese lago pero en la zona ugandesa  nace el Nilo Victoria, el lugar considerado por Speke como las fuentes del Nilo, en la actual Jinja. El Nilo Victoria atraviesa Uganda hasta llegar al lago Alberto. De allí sale el denominado Nilo Alberto que seguirá camino hacia Sudán del Sur. Pero es que a su vez el lago Alberto, como el Eduardo y el Jorge,  se nutre de las aguas provenientes de la llovizna constante que cae sobre las montañas de la Luna o montes Ruwenzori que marcan la frontera entre Uganda y Congo, una de las regiones más lluviosas del planeta. Siempre cubiertas de nubes y con nieve perpetua en sus cumbres, estos montes  aportan  gran parte del caudal del Nilo Blanco y ponen su granito de arena en la configuración de este fascinante río.



Cordillera de los Ruwenzoris



Mastewal navegando
 por el lago Tana




El Nilo Alberto tras atravesar Sudán del Sur llegará a Jartum con el nombre de Nilo Blanco para unirse allí al Nilo Azul que nace en Etiopía, en el lago Tana, como señaló el español Pedro Páez, no tan conocido como Speke  pero igual de meritorio. Y en Jartum Nilo Azul y Blanco se unirán  para juntos dirigirse en un viaje desesperado por el desierto hacia el Mediterráneo, un periplo de unos 6756 km.








Es fascinante pensar mientras uno remoja sus pies en la playa de Tarifa que parte de esa agua que le moja ha hecho un fabuloso viaje desde el interior de África, desde la región de los grandes lagos, la cuna de la humanidad, para acariciar nuestros pies.
 




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