miércoles, 10 de mayo de 2017

Navegar por las islas Quirimbas.


Siempre hacia el norte.
Llegando a la isla de Goa

Uno de los mayores alicientes de viajar al noreste de Mozambique
es moverse de un lugar a otro en los típicos barcos a vela árabes denominados dhows o daos. Es fantástico deslizarse por las aguas turquesas, sin ruidos de motor, sólo el frufrú de las velas, el sutil quejido de la madera y la charla de los marineros. Eso sí, si vais en julio o agosto, planificad el viaje de sur a norte e intentad no hacer travesías de ida y vuelta. La vuelta hacia el sur, con el viento en contra puede durar tres veces más que la ida, podéis acabar empapados e incluso pasar un poco de miedo. Es justo entonces cuando te percatas de lo joven que es el capitán, y no digamos ya sus ayudantes. Eso nos sucedió a nosotras al volver desde Cabeceira pequena a Ilha de Moçambique. A duras penas conseguimos montar a bordo, antes de ponernos en marcha perdimos en el agua una de las pértigas de las que se ayudan para salir de la playa o atracar, ya en mar abierto al cambiar de orientación la vela se les mojó, con lo que aumentó considerablemente su peso y exigió de nuestra colaboración para poder volver a arriarla. Acabamos empapadas. 

Playa de Wimbi. Pemba
Pero, si nos cuidamos de ir siempre hacia el norte, disfrutaremos mogollón. 
Desde Ilha de Moçambique se pueden hacer diversas excursiones en dhow: a la isla de Goa, denominada así porque antiguamente los portugueses la utilizaban como escala en sus viajes a la India; a la ilha dos sete paus, a Cabeceira pequena, donde podéis disfrutar de bonitas playas, lagos donde bucear y centenarios baobabs, o a Chocas, con su enorme playa donde asoman los cangrejos en masa al atardecer como una especie de invasión.



La playa de Chocas al atardecer


Ir de Ilha a Pemba en barco ya es otro tema. Nuestro capitán en Ilha, Raimundo, nos dijo que él no se atrevía, como mucho hasta Nacala y con miedo. Incluso cuando nos llevó a Chocas, después del cague que habíamos pasado dos días antes, evitó el acercamiento por mar a la playa, y dejando el barco y a sus dos ayudantes a las puertas del manglar, nos guió por éste a pie, con el agua a veces por las pantorrillas hasta el camping y de allí a la playa.
 De Chocas, ya en el continente, se puede ir en 
Chocas

chapa machibombo a Pemba. Sale del mercado hacia las 3:00 de la madrugada, pero os dirán que vayáis a las 2:00 para que veáis cómo despiertan el conductor y los ayudantes, cómo se dan media vuelta tirados en el asiento que ocupan tras comprobar que todavía pueden remolonear cinco minutos, cómo se ponen soñolientos a comprobar el estado del vehículo.... Hay que hacer transbordo en Namialo, pero no os preocupéis, los chavales del machibombo se encargan de todo, paran alguna chapa que vaya para allá y te mandan subir. Nosotras no tuvimos que esperar ni un segundo en Namialo. 



Murrebué

Pemba en sí no es nada del otro mundo, aunque el barrio viejo no está mal, pero para comer y disfrutar un poco de la playa hay que ir hasta Wimbi, a 5 kilómetros. Se puede ir andando bien bordeando el mar bien siguiendo la 25 de setiembre, o coger un taxi. La playa a veces esta muy sucia, pero en el Golfinho se come muy bien (langosta, cangrejo parecido al centollo, sepia, ¡chorizo!..), el bar de al lado, Solymar o algo así, está muy bien para tomarse unas cervezas y observar a pescadores intentando vender sus capturas de colores tropicales a familias indias con chacha, niños y jóvenes tirándose agua, embadurnándose de arena o haciendo deporte... Cuando estuvimos nosotras había un festival deportivo de jóvenes de todo el país y la playa estaba animadísima. Pero si queréis playa limpia mejor id al Pemba Beach, a un par de kilómetros, o a las playas que siguen en dirección a la ciudad, donde no hay turistas, ni bares, pero si se puede pasear en marea baja y ver a los niños pescando o divirtiéndose. O aún mejor, coged un taxi y decidle que os lleve a Murrebué, playa fantástica, desértica excepto en fin de semana, pero inolvidable. Cuando baja la marea, el mar se aleja casi hasta las Comoras, de mar a desierto. Las aguas son cristalinas, las aves acompañan a los pescadores, unos y otros andando sobre las aguas del mar como en aquella estampa bíblica, los niños se entretienen buscando nialis (gusanos). Los dueños del hotel Ulala lodge no os darán de comer si no estáis alojados allí (son de habla francesa) y el otro hotel, el  Upepani, sólo abre los findes. Tenedlo en cuenta, si queréis pasar allí todo el día. Para tomaros una cerveza no hay problema. Nosotras contratamos un taxista para todo el día, pero puede que haya otras opciones. De todas formas, merece la pena.
Murrebué
De Pemba podemos coger un camión que sale de madrugada (hacia las cuatro) hacia Tandanhangue y allí tomar el dhow a Ibo. Hacia las cuatro esperáis en la calle 25 de setiembre, donde suelen parar todos los buses y por allí pasará un camión pick up abierto por detrás gritando “Quissanga praia, Quisanga praia...” Hay que sentarse en el suelo, mejor contra la cabina del camión, para evitar el viento y poder descansar la espalda, ya que le cuesta unas cinco horas llegar a Tandanhangue, y aunque las primeras horas no se sube mucha gente -por lo menos en nuestro caso así fue- y puedes estirar las piernas y cambiar de posición, según te vas acercando a Tandanhangue cada vez son más los viajeros que se montan con diversas pertenencias y bultos, o incluso una cama entera, y la falta de espacio hace que algún bolso increíblemente pesado (qué coño lleva la señora en el bolso no me lo puedo imaginar) acabe apachurrándote el pie, por ejemplo. 
Playa de Tandanhangue. Dhow a Ibo.
Una vez en la pequeña playa sólo hay que esperar un rato -en nuestro caso no fue muy largo, una hora tal vez- a la sombra de un baobab centenario hasta la llegada de varios barcos que llevan gente y bultos a Ibo. Nosotras fuimos cinco personas y una carga de piezas de uralita. Como los dhows no se pueden acercar hasta la orilla, algunos barqueros se ofrecen a llevarte hasta el barco por 50 céntimos. Los dhows tienen motor que utilizan para salir de la playa y para hacer los últimos metros antes de atracar en Ibo.
La isla tiene a parte de un conjunto arquitectónico de interés, agradables restaurantes.
Llegando a la isla de Quirimba
De allí se puede hacer una excursión a la isla de Quirimba. Una vez al mes, cuando la luna lo permite, se puede acceder andando por los manglares, rapidito para que la subida de la marea no te pille, ya que hay que atravesar algún que otro río y si sube el nivel del agua puede ser infranqueable o peligroso. Si no llegamos en el momento oportuno, se puede ir andando por el manglar hasta una pequeña playa donde un dhow a motor te acerca a la isla, siempre que el guía no se pierda, como nos sucedió a nosotras. Enseguida consiguió encontrar la playa buena, pero yo lo pasé muy mal: la marea subía con decisión llegándonos con cada ola el agua un poco más arriba, hasta casi la cadera. Yo ya estaba mirando hacia los árboles de mangle, a ver a cuál podría subirme, aunque con el agua a la cintura y el fondo arenoso lleno de los nuevos brotes de mangle que como puñales se clavan a las chanclas (se quedaron con la suela de una de las mías y tuve que comprarme unas Ipenema en la tienda del pueblo) iba a ser una ardua tarea. Pero la excursión merece la pena. La llegada fue muy swahili: unos árabes con sus ropajes blancos esperaban en la playa mirando en lontananza a ver si venía su barco.
Árabes esperando un dhow en la isla de Quirimba



De Ibo se puede ir en barco a Matemo. Nosotras acordamos precio
Matemo
con una lancha a motor. Lo mejor es preguntar en el hotel en que estéis. Se llega en poco tiempo, una hora o dos, y sin percances. Matemo es un lugar paradisíaco de playas vacías, donde se convive y comparte pesca con las aves. Tienes toda la playa para ti y los barcos a vela de los pescadores amenizan las vistas de un mar de aguas cristalinas. Por la mañana con la marea baja  las mujeres van a mariscar casi hasta la desierta isla de Rolas, fantástica también, y los pescadores salen a la mar. Al mediodía se puede ver alguna mujer golpeando algún pulpo en la playa, con la cara embadurnada con musiro.
Hacia Pangane
De Matemo salimos otra vez en dhow a Pangane. Por el camino visitamos la desierta y preciosa isla de Rolas. El viaje fue fantástico, el tiempo era excelente, la mar estaba super tranquila, las aguas eran de un azul turquesa, algunos barcos andaban a la pesca de langosta,...
Pero, como he dicho al principio,  es importante ir siempre hacia el norte. Cuando llegamos a Pangane, un hombre que estaba en el hotel Panganar donde nos íbamos a alojar nos dijo: “¿vienen de Matemo? Ah! Con viento a favor bien, pero como haya ventanilha (a si llaman en Mozambique al viento en contra) el viaje es un puro baño”.
Llegando a Pangane
Pangane es una lengua de tierra a arenosa llena de palmeras y casas de makuti bien cuidadas. La actividad principal del pueblo es secar pescado y por todas partes hay terrazas con pescado puesto a secar.  La lengua de tierra sería paradisíaca si no fuese porque las playas y el mar están muy sucios, debido a la fuerte actividad pesquera y a que queman las basuras en la orilla.


Pangane
Se acabaron los viajes en dao. Volvimos a Pemba en chapa, pasando primero por Macomia. En el hotel Panganar os pueden reservar una plaza en la chapa que sale hacia las dos o tres de la madrugada (ellos mismos os despiertan). Mejor en cabina, ya que si no hay que ir en el remolque sobre los sacos de pescado seco. Si así lo deseáis en Macomia enseguida os meterán en otra chapa a Pemba.
Rolas

3 comentarios:

  1. Hola! Voy a hacer una ruta parecida por Mozambique el mes que viene. Merece la pena llegar a Pangane? Hay mas alojamientos que los súper caros que aparecen en la web?

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  2. Y por cierto, gracias por el blog!!! :-)

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  3. Nosotras estuvimos en estos hoteles:
    Nampula e Ilha: Ruby Backpackers. Los dos céntricos y acogedores. Muy bien, no son caros.
    Pemba: Residencial Lys. En el centro de Pemba. Impersonal, no turístico, básico pero bien y barato.
    Chocas: Solíamos comer langosta y tomar un licor Amarula (tipo Baileys) en el Carushka, en la playa, pero nos alojamos en el Complexo Narramalo, en el pueblo, ya que está más próximo al mercado de donde salen las chapas ¡a las 3 de la madrugada! El Carushka está a un par de kilómetros por lo menos por la playa. No es como para ponerse a hacer el caminito de noche para ir a coger el machibombo. No recuerdo que fuesen caros ninguno de los dos. Y están bien. Son tipo bungalos.
    Ibo: Nos alojamos en el Café de Ibo, pensión familiar. Casita de tres o cuatro habitaciones. Preguntad a los chavales al llegar al embarcadero o decidles que os acompañen. Está cerca. Baño compartido. Muy bien y el desayuno también bueno. Barato. Los hoteles caros: el Ibo lodge, el sete portas, el Mitimiwiri creo que se llamaba… son muy agradables para comer o tomar algo, están puestos con mucho gusto. El Ibo lodge merece la pena por las vistas al manglar, el sete portas prepara buenos sandwich de atún y tienen buena música a la noche y algunas mesas en la calle, para variar porque en general estos hoteles están muy cerrados en sí mismos, con lo que sólo estás rodeado de turistas.
    Matemo: Estuvimos en el camping del señor Dado (o algo así). Cuando apalabréis el barco a Matemo en Ibo decidles vuestras intenciones y llamarán al camping y cuando lleguéis tendréis un motocarro esperándoos para acercaros al camping. No hace falta que llevéis tiendas, tienen varias montadas y con colchón. Pensión completa, comida básica pero bien. Baño básico (agujero en el suelo, la ducha creo que era con balde, pero no recuerdo) pero limpio.
    Pangane no es lo más bonito de las Quirimbas, pero reconozco que yo disfruté mucho del viaje en barco hasta allí. Si no queréis volver a Ibo, podéis ir a Mucojo, ya en el continente, está más cerca que Pangane y el viaje es más barato. Comentadle a los del camping, ellos hablarán con los de los barcos y os pueden conseguir la excursión que queráis. Desde Mucojo (allí hay un gran hotel, creo) supongo que tendréis algún transporte a Macomia y desde allí podéis ir tanto hacia el norte como hacia el sur.

    ¡Que lo disfrutéis mucho, no os va a decepcionar! Hasta me dais envidia…. ¡No os perdáis el cielo nocturno!

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