martes, 3 de enero de 2012

De gastronomía







De fino paladar

Hay quien dice que también se viaja a través de la comida, se habla de turismo gastronómico, etc. Es cierto que la forma de cocinar es un aspecto más de la cultura de un país, pero no nos engañemos, algunas de las recetas más habituales de ciertos países depende como tengamos educado el paladar pueden resultarnos vomitivas. Yo no soy de los que sólo come lo que conoce, pero si pruebo algo y no me gusta, desde luego lo intento evitar.

Por ejemplo, el ugali, comida básica de la dieta tanzana, simplemente no sabe a nada, es absolutamente insípido. Se come acompañado de una especie de plátano que resulta que sabe a patata y una salsa no muy atractiva, que supongo es lo que le da el sabor (nosotras no le echamos salsa por su aspecto un tanto desagradable). El mijo, comida básica en Mali y Burkina, es igual de soso que el ugali, lo acompañan de hierbas y/o limón. De todas formas, uno que comí en el país Lobi (Burkina) no estaba malo del todo. En Etiopía la base de la dieta es la injera, un talo de pan fermentado que a veces tiene un color grisáceo nada apetecible y un aspecto esponjoso que le da un aire a balleta scotch brite. En general tiene un sabor demasiado fuerte que anula todos los demás sabores de la comida que se pone sobre ella. Pero confieso que en Weyto comí injera con unos espaguetis bien picantes y me supo rico.
Puetso de gusanitos en Bobo

La comida más rara que he visto eran una especie de gordas y negras orugas o ciempies que comían en la zona de Banfora y Bobo Dioulaso (Burkina Faso) en bocata. Los tenían cocidos y cuando alguién les pedía un bocadillo echaban unos poquitos a la sartén con cebolla y aceite, los reogaban un poquito y luego ponían tres o cuatro en un bocadillo grande con tomate. No me atreví a probarlo, cosa que me pena, porque seguramente no estaba malo. Al fin y al cabo nosotros comemos caracoles y la textura al morder no será muy diferente.

Un pollo dirigiéndose a la disco-restaurant en el Psís Lobi
Apesar de lo dicho, alguno de los mejores platos que he comido en mi vida los he comido en África. El pollo, sin ir más lejos, no es un plato de mi gusto, pero en Mali o Burkina Faso es simplemente delicioso. No tiene nada que ver con nuestro pollo hormonado sobrealimentado con pìenso y encerrado en granjas superpobladas, ni siquiera se parece ni remotamente al pollo supuestamente de campo que venden aquí. Allí andan a su libre albedrío con sus polluelos, son atléticos y, como consecuencia, el sabor y la textura de la carne no se asemeja en nada a la de lo que nosotros llamamos pollo. A veces, cogen delante de tus narices el ejemplar que luego te van a servir en el plato. En Mali lo solían cocinar a la pimienta y estaba muy bueno.

La mejor tortilla de patatas también la he comido en África, concretamente en el hotel Hala de Gaoua (Burkina Faso), mejor incluso que la de mi madre. El hotel es de unos libaneses pero no sé si el cocinero es libanés o burkinabe, el caso es que era realmente buena. Allí también comimos unos pinchos morunos excelentes. La tortilla española es un plato fácil de encontrar en el África occidental, pero normalmente no lo hacen con patata, sino con algún otro tubérculo (batata, ñame o yuca) y eso hace que no sea exactamanete igual. Por otra parte, en Marruecos es un plato habitual, pero acostumbran echarle especias y eso hace que el sabor difieran bastante del de la tortilla fetén. En Tanzania, acababamos de llegaral país y todavía estabamos esperando en la cocina-bar que nos diesen habitación en el hotel YMCA, cuando la primera frase que oímos de boca de un tanzano fue: "ponme una tortilla española". En India, en Agra concretamente, aparecía en el menú y nos la pedimos por curiosidad. Los ingredientes los habían apuntado bien, pero creo que no captaron bien cómo se hacía. Era incomible.

Los espaguetis y las pizzas también las hacen muy bien tanto en Mali como en Burkina o Etiopía. Y aunque siempre se le dice al turista que evite las ensaladas, he de decir que las de Mali, Burkina y Níger son muy buenas y que nunca nos dieron problemas. Además es lo que más apetece muchas veces. El capitán (pescado finísimo abundante en el Níger) lo preparen como lo preparen está delicioso. En Niamey (Níger) comimos unas brochetas de capitán exquisitas, sabían a angulas, ya que estaba preparado del mismo modo que hacemos aquí las angulas. En el Pilier (restaurante de un italiano en Niamey) el carpaccio de capitán era excelente. En realidad todos los platos del Pilier estaban muy buenos (confie de pato, pizzas, tajine...). Pero quizás el plato más delicioso que he comido jamás por esos mundos de dios fue una liebre a la mostaza que nos sirvieron en un humilde restaurante de Bobo Dioulaso (Burkina). Cuando lo pedimos pensamos que lo que ponía en el menú sólo eran imaginaciones del jefe y que nos dirían que no tenían. Pero, muy al contrario, los lo sirvieron al cabo de unos pocos minutos y estaba para chuparse los dedos, fantástico.

De Tanzania recuerdo con especial deleite el restaurante del hotel Hilton de Kilwa Masoko (no os engañeis, es un pequeño aunque muy bien regentado hotel a 2 dólares americanos la habitación doble). El chef, Hassani, era realmente bueno y el pescado lo preparaba muy bien. Mientras comías podías ver como le traían algún gran pescado recién capturado.

En Namibia las gambas y los calamares o chopitos a la mantequilla son muy buenos. Abunda la oferta de carpaccios tanto de carne como de pescado, shushis y sashimis. A mi el shushi no me gusta, pero los carpaccios y el sashimi estaban muy buenos. Las sardinas que ellos denominan portuguesas son también una buena elección. La carne también dicen que es muy buena, pero yo cada vez la tolero peor, así que no puedo opinar, no comimos nada más que en los safaris y fue en forma de hamburguesa. Eso sí, estaban ricas.


Sabores inolvidables

Por no alargarme demasiado me he ceñido a África pero en todo el mundo hay sabores que no se olvidan y al volver a comer aquí un producto determinado no puedes evitar compararlo con el que un día degustaste en tierras lejanas. Ahí va mi top ten, bueno en realidad sólo son seis los sabores que suelo recordar frecuentemente.

La mejor granada en Bikaner (India), de tan roja que era era granate. Los mejores higos y la mejor miel en Yemen sin duda, la miel sobretodo es suave, dulce pero sin ser empalagosa, deliciosa. El mejor chocolate caliente en Huehetenango (Guatemala). Los mejores huevos con tomate en un pueblo de la montaña yemení y en Estambul -en Turquía el plato tiene un nombre específico que no recuerdo-. El mejor yogur en Turquía.

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