sábado, 3 de marzo de 2012

Animalia










Harta de conversaciones sobre tiroteos y muerte en Homs y crisis sin fin, y de esa sensación de que todo nuestro sistema de derechos, bienestar y falsa seguridad se desmorona, me he propuesto dejar a un lado al hombre y desviar la mirada hacia los animales. La naturaleza siempre ha tenido la capacidad de relajarme y hacerme olvidar los problemas e, incluso en los momentos de mayor bajón, el observar a un pequeño perrillo me produce un indescriptible placer. Así que hoy la cosa va de animales.

A veces, sin embargo, ¡se parecen tanto a nosotros!. En Delhi un día había un hombre vendiendo en un pequeño puesto cerca de Conaught Place patatas cocidas creo recordar o algo semejante. De repente un mono se puso erguido ante él y agrupando sus dedos en forma de lágrima se los llevó a la boca, para después bajarlos hacia su tripa y girar la mano abierta en círculos. Repitió esos gestos varias veces y el hombre sin apenas dirigirle la mirada le lanzó una patata, que el mono se llevó raudo y veloz a un árbol. No tardó, sin embargo, ni dos segundos, en volver y, en este caso olvidando absolutamente cualquier cortesía y acompañado de otro rufián, le robó al pobre vendedor otra patata y saltó-casi-voló a otro árbol.

También en India, en Bikaner en concreto, fuimos testigos de una actitud materno-filial muy ¿humana?. Estábamos en una granja de camellos, aburridas ya que no parecía una excursión de gran interés, cuando empezaron a llegar los camellos que habían estado pastando fuera. De repente, un camello se paró en seco y miró hacia los lados con preocupación, se volvió por el camino que había venido y se perdió de nuestra vista. Al cabo de un segundo volvió con un pequeño camello al que golpeaba en el lomo con el morro suavemente pero con firmeza mientras refunfuñaba regañándole pero con cariño al mismo tiempo:"venga pa'lante, como te vuelva a perder de mi vista, cobras". De veras que no es una percepción nuestra, no es una lectura humana de un comportamiento que vete a saber qué significaba, no, las dos muestras de sentimiento fueron perfectamente claras.

Este año en Namibia, en el parque de Etosha, también hemos podido comprobar cómo los animales tienen personalidad propia. Quiero decir que todos los elefantes, por ejemplo, no son iguales, cada uno tienen sus manías. En una charca en la que había varios elefantes y springboks bebiendo y bañándose, por ejemplo, había un elefante joven que simplemente no soportaba a los springboks, le superaban, y se acercaba a ellos a echarles agua para que se fuesen o les barritaba si pasaban corriendo cerca de él con inconfundible enfado, le enervaban. Al resto de los elefantes, en cambio, ya fuesen jóvenes o viejos, les traía sin cuidado que las gacelillas anduviesen por allá.

Es fantástico poder ver a los animales en su entorno. Por la noche ver a unas girafas protegiendo a la más pequeña de ellas mientras bebía, dejando rápidamente la difícil posición que tienen que adoptar para beber al menor ruido, y ver luego como se acerca un rinoceronte y más allá cómo viene un elefante, todo en silencio... Mientras estaba observándoles pensé que de un momento a otro aparecerían ante mí las palabras THE END, era difícil creer que realmente yo podía tener el inmenso privilegio de presenciar esa escena. Algo parecido me pasó en Tortuguero (Costa Rica) cuando fuimos con Chico a ver a las tortugas desovar en una playa llena de troncos que había que ir evitando con cuidado de no caerse, a la escasa luz azul de una diminuta linterna, los rayos de una lejana tormenta al otro lado del mar, en silencio total. Al día siguiente fuimos de nuevo con este mismo excepcional guía en barca de remos a dar una vuelta por el parque natural, los monos saltando de árbol en árbol por encima de tu cabeza, en alguna rama una serpiente amarilla o diminutas ranas de colores, dejándonos arrastrar por el agua, con el único ruido del roce de ésta con la barca. Fue fantástico.

Esta excursión me ha hecho recordar un perro que vivía en un bar-muelle camino de Tortuguero. Las barcas que llevaban a los turistas de Limón a Tortuguero paraban allí para tomar algo o repostar -o como decía un chico de Bilbao, para darles tiempo a los guías de ir colocando los animales del resto del recorrido, mientras los turistas tomábamos algo distraidamente-. El caso es que además de un perro había un mono, supongo que atado, aunque la verdad es que no lo recuerdo. Pero lo que sí recuerdo es que todos los turistas iban a hacerle monadas (nunca mejor dicho) al mono y pasaban totalmente del perro. Así que éste cogía carrerilla para llamar la atención y se tiraba con gracia y sin casi frenar boca arriba jadeante y sin dejar de mover la cola, esperando que algún turista se dignara a hacerle unas caricias en la tripa.

No quiero terminar sin comentar lo que me sorprendió la primera vez que vi girafas, elefantes, guepardos y otros grandes mamíferos -esto fue en Tanzania-, lo silenciosos que son, estás observándoles y lo único que oyes es a los pájaros que hay por alrededor, sólo muy de vez en cuando se oye algún rugido o algún barritar que hace que algún pequeño babuino se de la vuelta completa sobre el lomo de su madre para ver qué demonios pasa.

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